sábado, 8 de agosto de 2015

April Lane Benson



Dice April Lane Benson, psicóloga de la Universidad de Columbia, especializada en desorden de compra compulsiva y autora de varios libros sobre el tema, que para que haya un cambio de comportamiento se debe modificar la forma en que se concibe la persona a sí misma y la forma en que busca satisfacer sus necesidades. En general, tener más cosas no significa ser más feliz, sino ir más pesado. “Lo que consumimos termina consumiéndonos”, afirma

Teorías sobre la Compulsividad

Hay teorías que apuntan a razones biológicas, a ciertas sustancias a nivel cerebral (principalmente serotonina, norepinefrina y dopamina), pero también se ha dicho que hay una gran influencia sociocultural. Por ello, aunque todavía no hay un tratamiento farmacológico claro, se utilizan con cierto grado de efectividad las terapias conductuales que buscan crear lazos emocionales con la vida real y otros seres humanos, establecer mecanismos de control de los impulsos, buscar los problemas o carencias reales que se esconden tras la compra compulsiva y crear todo un sistema de apoyo para que la persona pueda tener una vida normal.
Comprar igual a ser
Los compradores compulsivos suelen tener problemas de ansiedad, baja autoestima, impulsividad  y perfeccionismo.Para estas personas, comprar es igual a ser.
La problemática de los compradores compulsivos puede generarse también desde los mensajes que emiten los medios de comunicación, pues estos sugieren que las cosas que tenemos hablan de quienes somos frente al mundo.
Cuando se compra por impulso, rara vez se hace por necesidad o por el objeto mismo. Se compran intangibles: estatus, belleza, inteligencia, pertenencia a un grupo, poder, autenticidad y un largo etcétera. Por ello, parte de la terapia conductual busca encontrar cuáles son los vacíos que la persona intenta suplir al comprar compulsivamente.
Se pueden identificar algunos de los mecanismos que impulsan a comprar conpulsivamente:
  • La enfermedad misma como tal, impulsa a la persona a comprar sin control cualquier cosa que se atraviese por su camino, incluso si no la necesita.
  • La necesidad de estrenar, o tener “algo nuevo” hace que la persona gaste gran cantidad de dinero en objetos y bienes y así sentir que tiene algo nuevo qué mostrar a sus amigos, familiares y compañeros de trabajo.
  • Herencia familiar: muchos compradores compulsivos tienen padres o madres que también lo son, y por lo tanto aprenden esas mismas conductas.
  • La sensación de vacío: la persona cree que comprando puede llenar un vacío que siente en lo más profundo de su alma. Todo lo contrario, éste puede ser cada vez más grande. Un circulo vicioso del que es muy difícil escapar.
  • Miedo a perder una “ganga” o “rebaja”  o un objeto que se cree “único” o por tiempo limitado.
  • La sensación de competición:  las rebajas crean una sensación de competencia con otros compradores.
  • El valor subjetivo del objeto, las rebajas hacen perder la noción real del valor de un producto. Cuando se compra en temporada normal, se hace un análisis de precio/valor. Los economistas y premios Nobel en la materia en 1994, John Forbes, y en 1996, William Vickrey, afirmaron que cuando alguien ve que otros están dispuestos a pagar más por un producto, comienzan a pensar que el producto efectivamente merece un mayor costo y por lo tanto, ofrece más por él.

Keep Calm


Amo comprar!


Hola mi nombre es Cristina, y soy adicta a las compras!
Los invito a mi blog para compartir las causas y efectos de ser adictos a las compras.

Comprar es uno de los grandes placeres modernos ¿Quién puede negarlo? Pero esta práctica puede convertirse en un dolor de cabeza si cualquier persona convierte el hábito de comprar en una compulsión (que significa, literalmente, un hábito obsesivo que la persona difícilmente puede controlar).
¿Comprar o no comprar? Es una pregunta que todo el mundo se hace cada día, pero que para los compradores compulsivos constituye un tema vital. No se trata de satisfacer una necesidad o un deseo, sino de algo más complejo, relacionado con quien se es, con la imagen y el lugar que se ocupa en el mundo.
Pero no todo al que le gusta comprar es un comprador compulsivo, pues salir de compras en una actividad de ocio y placer de los hombres y mujeres actuales, y un identificador de estatus y forma de vida.  El problema viene cuando el funcionamiento normal de una persona se ve afectado por las ansias de comprar y comprar, incluso cosas que no necesita. En el siguiente artículo definiremos esta enfermedad.


¿Qué se considera normal y qué patológico? “En psiquiatría se piensa que hay un problema cuando el comportamiento es lo suficientemente poderoso como para afectar el propio funcionamiento global, social, laboral, académico, familiar. Cuando se gasta mucho tiempo pensando, planeando la compra o cuando hay un exceso de gasto de dinero. Ahí hay un trastorno y se debe que consultar”, afirma el psiquiatra Antonio Carlos Toro.
Un estudio publicado en el American Journal of Psychiatry en 2006, concluyó que 5,8% de la población norteamericana son compradores compulsivos. Un estudio más reciente publicado en la edición de diciembre de 2008 del Journal of Consumer sugiere que ha aumentado a 8,9%.
Estas son cifras altas, si se tiene en cuenta que los trastornos de ansiedad y las depresiones (las patologías más frecuentes en la actualidad) rondan el 6%, los trastornos de ansiedad están alrededor de 3% y 4% y la esquizofrenia llega apenas a 1%.
¿Problema psiquiátrico, psicológico o social?
Los compradores compulsivos se ubican dentro de varios grupos grandes de trastornos de psiquiatría:
  • Trastorno afectivo bipolar: tiene dos fases:
  • La depresión
  • La manía: en esta fase el paciente experimenta gran euforia, se siente bien, puede tener ideas de grandeza, siente que no necesita dormir, presenta una marcada hiperactividad y puede involucrarse en situaciones que pueden tener un componente riesgoso o un deterioro económico para él, como compras compulsivas y gastos excesivos.
  • Obsesivos compulsivos: la parte de la compulsión se relaciona con sentirse angustiados, compran y se sienten mejor por un momento. También se les relaciona con trastornos del control de impulsos. En este grupo se encuentran los ludópatas, la tricotilomanía (impulso de arrancarse el pelo), los skinpicking (rascado compulsivo de la piel), la cleptomanía y la piromanía.